TENEMOS HISTORIA...
En días pasados vi la película de “un día lluvioso en Nueva York” de Woody Allen y no he podido dejar de pensar en esa maravillosa ciudad, multicultural, versátil, llena de matices y sabores, colores y estructuras. Si crees qué hay un restaurante o tienda con un concepto que según tu nadie lo tiene o no existe, déjame desilusionarte, en Nueva York seguro lo encuentras.
Una ciudad rodeada de grandes rascacielos con una arquitectura clásica, barroca, estilo europeo o simplemente modernista, música por doquier, vestimenta increíble, gente de todas las culturas, comida diversa, religiones, preferencias y gustos, climas cambiantes y paisajes tanto naturales como urbanos, medios de transporte perfectamente bien sincronizados y conectados, edificios y monumentos emblemáticos y también muchas historias de alegrías y tristeza, así es como permanece en mi mente la gran manzana, la mezcla perfecta de todo en un solo lugar.
Me llamo la atención en el filme, como se plasma lo fácil que puede ser dejarte impresionar o influenciar por la gente con la que te vas topando dejando a un lado lo que eres y de donde vienes (personaje principal) generando ilusiones sobre una realidad distinta a la que se vive diariamente cuando no eres de esa ciudad, sin saber qué hay detrás de cada mente, de cada vida,de cada persona, corriendo el riesgo de llevarte una grata sorpresa o darte un portazo en la cara. No todo es el glamour o la fama, cada personaje lleva su propia historia que lo acecha y define el porqué se comportan así. Otro de mis personajes favoritos es el segundo protagonista; el que deseaba dejar a un lado su mundo, sus raíces, buscando su camino sin que tenga que ser resuelto por su familia, abriéndose paso por el mismo pero sin olvidar quien es, de donde proviene. Dada las circunstancias que vive su pareja, se ve obligado a regresar a Nueva York, donde están los suyos y las costumbres que ha tratado de evitar durante un periodo de tiempo y esto hace enfrentarse a una realidad que siempre a estado y lo lleva a replantearse lo que idealiza y sueña para su vida.
Nueva York, ha sido importante en mi historia (sin que suene presumido), desde niño siempre fue una ciudad que quería visitar y en mi etapa adulta me dio la oportunidad de disfrutar amistades, amores, conocer nuevas personas, probar ingredientes nuevos, así como poder sorprenderme con un paseo en bote, caminar miles de kilómetros, probar un buen vino y comerme un helado de ingredientes exóticos, que la piel se me pusiera chinita de visitar museos, y ver obras que solo en los libros o Internet podía encontrar, tiendas de diseñadores, admirar la creatividad de los escaparates o sentarme en el pasto en el parque central a tomar un café rodeado de una atmósfera de diferentes tipos de arboles mezclados con estructuras de edificios gigantes. También pude tan sólo mojar mis pies en una fuente de un parque elevado, sentarme a escuchar la ópera que transmitían en una explanada o ver una obra de teatro, disfrutando cada nota musical que entonaban. una vez toco festejar el cumpleaños de un amigo muy al estilo New York y no crean que todo ha sido miel sobre hojuelas, también me pegaron el susto de mi vida cuando un borracho me la hizo de pleito en plena calle de la nada y pues no hubo otra mas que correr.
Mis sentidos han estado al máximo cuando me tocó disfrutar y aprender un partido de béisbol con una cerveza en mano o tenerlos en alerta al estar en una zona no tan popular. Grandes recuerdos que no terminaría de numerarlos , pero algo que siempre agradeceré será el vivir la experiencia de que mis ojos brillarán ante la cantidad de luces (tengo una fascinación por la iluminación).
A mi me ha cambiado la vida de muchas maneras y el aprendizaje a sido brutal y seguro contigo hará lo mismo... si algún día tienes la oportunidad no la desaproveches, imagínate sentarte y respirar en la escalera del Met a beber un buen café!!
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